lunes, 6 de julio de 2015

Echar de menos

Echo de menos tus locuras.
Echo de menos tu manía de querer llamar la atención.
Echo de menos tu pésima atención al volante (bueno, quizás eso no lo echo tanto de menos).
Echo de menos tu cara, justo antes de besarme.
Echo de menos tus besos robados en mitad de la calle.
Echo de menos tus manos en mi pelo.
Echo de menos tu voz.
Echo de menos tus caricias.
Echo de menos tus mordiscos.
Echo de menos tus detalles.
Echo de menos tu forma de decirme "quédate".


Echo de menos tu despedida.


No echo de menos como me dejaste, simplemente desapareciendo.
No echo de menos cuando me dijiste que no ibas a desaparecer.
No echo de menos cuando desapareciste.
No echo de menos cuando me dejaste de hablar sin sentido.
No echo de menos lo estúpida que me sentí cuando me disculpé y te abrí el corazón.
No echo de menos sentirme mal por ser sincera.
No echo de menos ser yo la mala.
No echo de menos tus monosílabos.
No echo de menos tu poco interés para arreglar las cosas.
No echo de menos el que no hicieras nada sabiendo que estaba triste.
No echo de menos el intentar cambiar la situación, haciendo todo lo que se me ocurría.


No echo de menos ir detrás de alguien que no me quiere.
No echo de menos perder el tiempo.


Felicidades. Disfruta tu caos.







M.







viernes, 30 de enero de 2015

La Bella y la Bestia


Érase una vez en una tierra lejana, un joven príncipe que vivía en un hermoso castillo, aunque tenía todo lo que pudiese desear, el príncipe era malvado, egoísta, poco amable. Una noche de frío invierno, una vieja mendiga llegó al castillo y le ofreció una sola rosa a cambio de refugio contra el cruel frío. Repugnado por su aspecto andrajoso, el príncipe se burló del obsequio y echó a la anciana a la calle. Ella le advirtió que no se dejara engañar por las apariencias, porque la belleza estaba en el interior. Cuando la volvió a rechazar, la fealdad de la anciana desapareció y reveló a una hermosa hechicera. El príncipe intentó disculparse pero ya era tarde porque ella había visto que en su corazón no había amor. Como castigo lo convirtió en una espantosa bestia y encantó el castillo con un poderoso hechizo y a todos los que moraban ahí. Avergonzado de su monstruoso aspecto, la Bestia se escondió dentro de su castillo, siendo un espejo mágico su único contacto con el mundo. La rosa que ella le había ofrecido era en realidad una rosa encantada que duraría hasta los 21 años del príncipe. Si llegaba a amar a una doncella y ella lo amaba también, antes de que cayera el último pétalo, se rompería el hechizo, si no, quedaría encantado y sería una bestia por toda la eternidad. Al pasar los años el cayó en la desesperación y perdió toda esperanza, porque quién podría algún día, amar a la Bestia.